Thursday, March 22, 2007

El jinete del dragón

Casi veinte días sin actualizar. Como véis he estado ocupada y mañana es mi último examen antes de Semana Santa. Después estaré seguramente mucho más ocupada así que hasta que vuelva a actualizar dejará de hacer frío y todo xD


Quería decir que por fin me he terminado el libro de El jinete del dragón ^^ Me lo dejó Arini hará cosa de un año, y como yo no tengo esos ratitos en el autobús o en el metro de vuelta a casa o de casa a clase, no leo más que antes de acostarme. Y cuando te metes en la cama agotada no lees, creedme xD Y si lees, no te sirve de nada xD




El jinete del dragón es un niño huérfano, que vive solo en unos almacenes, hasta que un día recibe la visita de los que serán sus compañeros de un viaje lleno de aventuras. Además descubre quién es en realidad y qué tiene que ver con el mundo fantástico que le rodea. Es una novela juvenil, vale, y muy fantástica, pero me ha gustado porque los personajes secundarios no son nada típicos.

Gracias Arini :)

-Pájaros negros de ojos rojos -silbó-. Todavía hoy se divisan a veces en la costa.

-¿Lo oyes? -Piel de Azufre se mordió los labios irritada-. ¿Cagarrias y bonetes! ¡Ojalá tuviera una piedra! Ya me encargaría yo de espantar a ese pajarraco de negro plumaje.

-Yo tengo una -le informó Ben-. En mi mochila. En la bolsa de la escama. Me la regalaron los enanos de las rocas. Pero es muy pequeña.

-No importa.

Piel de Azufre se levantó de un salto y regesó hasta Lung caminando sin caerse por el dorso de la serpiente.

-Pero ¿cómo vas a llegar tan alto con una piedra? -preguntó Ben cuando ella trajo la mochila.

Piel de Azufre se limitó a soltar una risita contenida. Rebuscó en la mochila del chico hasta encontrar la bolsa. La piedra era ciertamente pequeña, apenas mayor que un huevo de pájaro.

-¡Eh! -Pata de Mosca asomó preocupado su nariz afilada por la mochila-. ¿Qué te propones hacer con esa piedra, cara peluda?

-Librarme de un cuervo.

Piel de Azufre escupió un par de veces en la piedra, la embadurnó de saliva y volvió a escupir. Ben la mirada asombrado.

-Deberías olvidarlo -cuchicheó Pata de Mosca por encima del borde de la mochila-. Los cuervos se toman esas cosas muy a pecho.

-¿Ah, sí? -Piel de Azufre se encogió de hombros, mientras jugaba tirándose la piedra de una zarpa a la otra.

-¡De veras! -la voz de Pata de Mosca se volvió tan estridente que Lung alzó la cabeza y Ben contempló sorprendido al homúnculo.

Hasta la serpiente marina se giró.

-Los cuervos... -balbuceó Pata de Mosca-, los cuervos son rencorosos... vengativos... al menos los que yo conozco.

Piel de Azufre le lanzó una mirada de desconfianza.

-Vaya, ¿a tantos conoces?

Pata de Mosca dio un respingo.

-Bue..., bue..., bueno, en realidad, no -tartamudeó-. Pe... pero... lo he oído decir.

Piel de Azufre se limitó a sacudir la cabeza con desprecio y miró al cielo. El cuervo se acercaba, describiendo círculos cada vez más bajos. Ben distinguía claramente sus ojos. Eran rojos.

-Eh, Piel de Azufre -le dijo estupefacto-. El cuervo tiene los ojos rojos.

-¿Rojos? Vaya, vaya -Piel de Azufre sopesó la pequeña piedra en su zarpa por última vez-. Pues eso no me gusta un pimiento, la verdad. Ese pajarraco tiene que irse.

Rápida como el rayo cogió impulso y lanzó la piedra hacia el cielo.

Ésta voló en línea recta hacia el cuervo, le acertó en el ala derecha y quedó adherida a sus plumas como una lapa. Con un graznido furioso, el pájaro negro bailoteó, batiendo con fuerza las alas, y voló a la deriva por el cielo como si hubiera perdido la orientación.

-¡Bien! -exclamó satisfecha Piel de Azufre-. De momento, ése tendrá bastante con ocuparse de sí mismo.

Ben observó con incrédulo asombro cómo el cuervo, cada vez más nervioso, lanzaba picotazos a su ala, hasta que al fin se alejó de allí aleteando con torpeza. Muy pronto fue un punto minúsculo en la lejanía.

Piel de Azufre rió.

-No hay nada mejor que la saliva de duende -dijo regresando junto a Lung para descabezar un sueñecito a su sombra.

La serpiente marina sumergió de nuevo el cuello en el agua fresca y Ben volvió a sentarse bajo su cresta para escuchar sus historias. Pero Pata de Mosca, pálido, se acurrucó en la mochila de Ben e, invadido por la desesperación, pensó que también el cuervo sabía perfectamente el modo de llamar al maestro.

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1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

escribes así de pequeño el texto apra que parezca que lees menos...pero somos mas listos que tu ò_ó xD voy a comer que me gritan ¬¬ xD :***************** disfruta de las pocas vacaciones uqe tienes antes de semana santa xD

Fri Mar 23, 04:03:00 PM 2007  

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